domingo, 2 de noviembre de 2008

Rima XIV

Te vi un punto y, flotando ante mis ojos,

la imagen de tus ojos se quedó,

como la mancha oscura orlada en fuego

que flota y ciega si se mira al sol.


Adondequiera que la vista clavo,

torno a ver las pupilas llamear;

mas no te encuentro a ti, que es tu mirada,

unos ojos, los tuyos, nada más.


De mi alcoba en el ángulo los miro

desasidos fantásticos lucir;

cuando duermo los siento que se ciernen,

de par en par abiertos sobre mí.


Yo sé que hay fuegos fatuos que en la noche

llevan al caminante a perecer;

yo me siento arrastrado por tus ojos,

pero adónde me arrastran, no lo sé.

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