domingo, 2 de noviembre de 2008

Rima VII

Del salón en el ángulo oscuro,

de su dueña tal vez olvidada,

silenciosa y cubierta de polvo

veíase el arpa.


¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas

como el pájaro duerme en las ramas,

esperando la mano de nieve

que sabe arrancarlas!


?¡Ay! ?pensé?; ¡cuántas veces el genio

así duerme en el fondo del alma,

y una voz, como Lázaro, espera

que le diga: «¡Levántate y anda!».

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